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FRAN AVILÉS


Generación deshumanizada
 

Humanidad: 5. f. Sensibilidad, compasión de
las desgracias de nuestros semejantes. (DRAE)

La Historia es peligrosa. La crean los individuos en conjunto, pero el conjunto acaba finalmente por influir sobre el individuo aislado. Es inevitable sufrir un escalofrío recorriendo tu cuerpo cuando compruebas cómo la situación política y social de un tiempo y lugar determinado puede llevar a la deshumanización de una generación (o parte de ella). La escalofriante connivencia con el terror de una despreocupada mayoría de la población.

Deshumanizarse es saber que un hombre, un trabajador como todos, sale de su casa, va hacia su coche y allí mismo es acribillado a tiros y no sentir una reacción inmediata de repulsa. Deshumanizarse es saber que su hija lo estaba viendo y no sentir una acongojante sensación de empatía, una sensación de humanidad. Fíjense que no hablo de quien dispara o quien ordena disparar, pues entiendo que pertenecen a un colectivo poco numeroso que parece siempre existirá en todas las sociedades y que rozan por un lado o por el otro la demencia. Lo que desazona es una generación de jóvenes que, al amparo todos de una determinada música y hábitos de vida, no apoyan esos actos pero no manifiestan animosidad ante lo ocurrido e intentan incluso excusarlo. Eso es lo que asusta, que la gente no predestinada a comprender el terror lo ampare simplemente con su ausencia de repulsa.

“Hay otras cosas que también están mal y peor que eso”. Eso alegan y es cierto, nadie lo niega, pero no justifica nada. Igual que no justifica ninguna situación de ninguna región el terror ante quienes no practican terror. Una generación se deshumaniza cuando ve atrocidades como males menores o a veces necesarios, cuando piensa que la represión nazi contra los judíos no es grave si soluciona una determinada situación en un país, cuando cree que asesinar a sangre fría a un trabajador cualquiera no es un acto de barbarie. Si algo hay que mueva a un ser humano, eso es un ideal, y si algo queda arraigado con fuerza en él es lo aprendido a edad temprana. Por ello parece difícil que se vea afectada una conciencia que ha ido poco a poco cubriéndose de capas y que, amparándose en ideales, acepta lo inaceptable. Siempre hay que confiar, de todos modos, en el sentido común que puede hacer que se recapacite sobre temas que transcienden de la manida conciencia democrática y que son básicos en la propia conciencia humana.8 abril 2008
 

 


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