Portada Opin@r
Cultura, Ciencia y Sociedad   

Portada Opin@r


Reportajes y Entrevistas
Deportes
Denuncia

 


JESÚS SOLERA


El periodista en el cine

El cine ha tenido siempre, a lo largo de su breve historia, un movimiento de péndulo entre estos dos extremos: realidad/ficción; acercándose más o menos a uno u otro (copiando, trasformando, cambiando, interpretando el primero) según el período histórico. Los Pioneros buscaban retratar la realidad, pero surgió Meliés, el Cómico Mudo Norteamericano y el Montaje Teórico Soviético; el Expresionismo Alemán la trasformaba pero surgió la Nueva Objetividad que intentó contrabalancearlo aunque tuvo vida efímera dado el éxito entre público y críticos del primero; el Cine Clásico Americano nos hacía soñar con una realidad blanca, dulcificada como antes el Realismo Poético Francés (aunque formalmente distinto), surgió entonces de los escombros de la II Guerra Mundial el Neorrealismo Italiano. Más tarde los movimientos de los 60 y 70 dieron tal protagonismo al lenguaje, a la cámara y al director que, sin ser esa su intención, lo alejaron poco a poco de la realidad, ya que entre ella y la película se interponía la nueva figura del autor. Desde principios de los años 80 hasta hoy el cine ha seguido lentamente esta deriva hasta perder prácticamente contacto con la realidad (esto lo diferencia de los momentos anteriores donde un hilo, aunque fuese sutil, los ligaba a ella), desarrollando un mundo nuevo que le da la espalda. Hay curiosamente un paralelo en la relación entre los anteriores sistemas de trabajo analógicos (película) y los actuales digitales: los primeros aferraban la realidad aunque de forma imperfecta, los segundos la descomponen y la recomponen dando lugar a otra distinta, virtual. Como contrapartida ha surgido, ya entrado el siglo XXI, un gran interés por el documental-reportaje.  

El reciente libro “El periodista en imágenes de cine”, coordinado por Beatriz Peña Acuña, que se propone estudiar al periodista y su profesión a través de las películas, está observando desde dos diferentes perspectivas uno de los puntos más polémicos del cine: por un lado su relación con la realidad física (la refleja de forma verdadera, simplemente creíble o directamente falsa); por otro lado, la figura de quien es precisamente el intermediario entre los hechos y la sociedad, quien los transmite y por tanto, inevitablemente, da su versión de los mismos. El personaje del periodista se encuentra pues en una posición de privilegio y entenderlo puede ser clave en la eterna discusión que enzarza al cine desde sus inicios: ¿debe de ser éste una fotocopia de la realidad o es una convención aceptada? ¿Y sus personajes? La imagen del periodista en el cine es simbólicamente representativa de esta lucha interior en el proceso histórico de creación cinematográfica por representar o no lo que es. 

A veces el periodista es protagonista pero no siempre, en muchas películas aparece únicamente para enviar una señal al espectador de que eso que se está contando (tal y como se está contando) fue y es Historia. El periodista es entonces notario absoluto e indiscutible que da fe de los hechos: en los viejos tiempos con bolígrafo y papel, más tarde con cámaras y grabadoras. A veces ante grandes revoluciones (la mejicana, la de octubre), otras siguiendo a bandidos famosos o sus perseguidores (western, USA años 20), otras para denunciar una oscura verdad ocultada al mundo... Se ha preferido casi siempre el periodismo investigativo al reflexivo, pocas películas se han hecho sobre el periodista que desde su mesa de trabajo analiza la política, la economía, los hechos. Su perfil sicológico, de forma general y como abstracción formal del personaje, es el de aquél que está en contacto con la realidad y la transmite tal como es sin interpretaciones; una persona activa, interesada en que la verdad salga a relucir, probablemente íntegro, idealista.... Estas caracterizaciones son simples recursos técnicos para enfatizar que es un canal objetivo y neutro de comunicación; fiable. Pero, ¿corresponde a un periodista de verdad? ¿Los periodistas son así?  

Con muchísimas variaciones en su carácter y personalidad, el tratamiento formal del periodista en los guiones no difiere del de otros personajes: es una convención y su relación con el de carne y hueso no es importante. El espectador asume, como parte necesaria del juego, que los periodistas son como nos los presentan. No lo somete a un test de veracidad –tampoco lo hace con los demás personajes–-, le basta con que sea creíble, lo acepta como es y haciéndolo acepta como verdadera su versión de los hechos que se cuentan. Lo necesario, lo imprescindible, es que esa pieza encaje de forma plausible en la estructura de la narración cinematográfica, en el convenido y aceptado por todos (autores, críticos y espectadores) juego visual y narrativo, estético y artístico, que es una película. Porque el cine no es más real ni más verdadero que la novela simplemente porque narra con planos y no con palabras. Como las demás artes, nace de una interpretación de la realidad. El cine no tiene ningún compromiso con ésta, no más que cualquier otro arte y por tanto tampoco lo tienen sus personajes; pero, en este nuevo puzzle así surgido, las piezas creadas deben ensamblar perfectamente, porque un personaje deja de funcionar y de ser creíble no cuando es distinto al de verdad, sino cuando chirría al interno del mecanismo narrativo: cuando no tiene coherencia sicológica, cuando su devenir interior no mantiene relación alguna con el desarrollo de la historia, o simplemente cuando es un extraño en el microcosmos irreal de la película. 

Ningún periodista que haya conocido –y no son pocos– se parecía en lo más mínimo a los periodistas retratados en las películas. Pero esto es lo mejor, la capacidad del cine para (re)crear unos personajes y una realidad propia que nos llegan a hacer creer que también son así las personas y la realidad física, la que está fuera de la sala, y de esa forma, desde una perspectiva nueva –la que paradójicamente da la ficción– nos ayuda a conocerlos mejor. Es objetivo de este libro estudiar la imagen que resulta del periodista en las películas a partir de esa posición de personaje inventado; es decir, asumiendo su condición de ficción en la ficción, y ver hasta dónde tiene alguna relación con el de verdad, de qué forma clarifica a éste y, por qué no, contemplar la oscilación del péndulo. 19 abril 2013   

 


OPI

Portada  Información General y Opinión  Cultura, Ciencia y Sociedad
Reportajes y Entrevistas  Deportes  Denuncia


© OPIN@R.
© Cada uno de los autores de los artículos o fotografías.

Las personas interesadas en publicar sus colaboraciones en OPIN@R o ponerse en contacto con la Redacción,
tienen a su disposición la siguiente dirección de correo electrónico:
Teclee esta dirección en su programa de correo electrónico